divendres, 22 d’abril del 2016

TRES TREPIDANTES DÍAS POR LAS COMARCAS DEL MASTRAZGO DE TERUEL Y ‘ELS PORTS’ (CASTELLÓN). DÍA PRIMERO

LA IGLESUELA DEL CID

El siguiente alto en el camino sería en la Iglesuela del Cid, un pueblo que no habíamos pensado visitar, pero que aconsejados por la dueña del establecimiento donde nos hospedábamos en Morella, decidimos comprobar en vivo y en directo que, efectivamente valía la pena pasar allí unas pocas horas. Nos había dicho la señora:
-Tenéis que visitar la Iglesuela…. La verdad es que vale la pena… Yo me pasaría horas viendo las cornisas de sus edificios… De madera torneada todas son distintas y no sabes cuál es más bonita…
Aparcamos el coche en la carretera que cruza el pueblo y que por donde ya habíamos pasado por la mañana en sentido contrario. Cogimos la primera calle que hacía un poco de cuesta y lo primero que nos sorprendió fue el puente que prácticamente impedía pasar sino era por un pequeño ojo que había justo en la parte central. Con toda seguridad estábamos en el lecho de una pequeña riera.  

Subimos por una cuesta paralela al puente y una vez arriba, justo enfrente vimos una torre (llamada de los Nublos del s. XIII) y el  campanario de la Iglesia de la Purificación (siglo XVIII). Pero antes nos paramos para ver una extraña construcción que había al lado del paso del puente: una fuente cubierta. Es decir, una construcción abierta por dos de sus lados que en su interior albergaba una fuente del siglo XIX, conocida como la Fuente Nueva.
Continuamos por aquella calle y enseguida vimos un gran edificio con uno de sus famosas cornisas y justo a su lado otra de todavía más imponente; la casa Aliaga en cuyos bajos se encuentra la oficina de turismo. De todas formas decidimos ir hacia la derecha en busca de la puerta de acceso a la iglesia. Cruzamos un portal y nos encontramos con el rincón más notable del pueblo: el edifico que alberga el ayuntamiento porticado hacia el interior de la plaza (s. XVI), la fachada principal de la iglesia y la casa Blinque (anterior al s. XVI) i que tiene adosado un escudo del Temple. En este preciso lugar un día albergó el antiguo castillo templario del cual todavía conserva la torre y las mazmorras.

Un pequeño callejón en forma de ‘4’ nos lleva a una de sus principales calles. Justo en este lugar la entrada de la Hospedería que ocupa en parte el palacio Matutano-Daudén construido en el siglo XVIII. Esta calle se llama de Ondevilla y también tiene edificios destacables como la casa de las Notarías (s. XVI) y como no, con sus correspondientes cornisas y en alguno de ellos incluso blasones. 
Al final de la calle encontramos el barranco del Canto, que cruza el pueblo, mientras un rebaño de ovejas venía hacia nosotros. El cauce del barranco contiene pequeños huertos delimitados por márgenes de piedra en seco con la peculiaridad de que las piedras superiores están colocadas en vertical, una característica de este territorio. El pueblo continúa al otro lado del barranco, pero no llegamos hasta allí.

Volvimos a subir y nos encontramos con la plaza que hay justo detrás de la iglesia. Una puerta con arco abiertas en lo fue la antigua muralla, nos abrió paso a otra plaza, esta de dimensiones más pequeñas. Y como no, nuevos edificios (los palacios renacentistas Aliaga y Guijarro) con nuevas cornisas y nuevos escudos heráldicos. Allí mismo, otra puerta nos volvía a dar acceso al barranco. En el medievo debió de ser una de las principales puertas de entrada a la población. Todavía tuvimos tiempo de pasar por delante del antiguo hospital reconvertido en Casa Santa Pau que conserva su elegante portal con un blasón en su parte superior y la casa de los Agramunt de estilo barroco.  
Entonces decidimos hacer un alto en el camino y entramos en un bar para recuperar fuerzas. En su entrada había un portal de piedra y en su piedra angular (o clave) tenía gravadas dos cruces de ocho beatitudes junto con una fecha: 1760.

Dimos por terminada nuestra visita a la Iglesuela y, la verdad, hay que dar la razón a la propietaria de los apartamentos: ¡Mereció la pena!
Nos dirigimos hacia Morella y antes de llegar nos topamos con una gran vista panorámica de la ciudad amurallada mientras caía la tarde y se ponía el sol.       



http://www.caminodelcid.org/Poblacion_LaIglesueladelCid.aspx






dissabte, 16 d’abril del 2016

TRES TREPIDANTES DÍAS POR LAS COMARCAS DEL MASTRAZGO DE TERUEL Y ‘ELS PORTS’ (CASTELLÓN). DÍA PRIMERO

FORTANETE

Nada más terminar de comer nos dirigimos hacia Fortanete. Al mismo lado de la carretera encontramos nieve, todo y que hacía un par de semanas que había nevado. Ello indica dos cosas: que la nevada fue importante y que las temperaturas en este punto suelen ser bajas. 
Pasamos por el puerto de Cuarto Pelado (1.657 metros). Sin duda un puerto importante del sistema Ibérico. A partir de allí iniciamos el descenso hacia Fortanete, no sin antes pasar por el mirador de Las Dehesas desde donde se pueden ver unas extraordinarias panorámicas. 
Al llegar a la joya oculta del Maestrazgo, lo primeo que vi fue la ermita de la Virgen de Loreto del siglo XVII. Así que dejamos el coche delante del secadero de jamones de la familia Dauden y recorrimos a pie la poca distancia que nos separaba de la ermita. Ante ella una gran explanada verde con árboles y justo al lado, muy canalizado, el río Fortanete. Junto a la ermita, un indicador de madera nos señala una ruta que durante un tiempo fue una de las características de esta zona: la de los maquis.

Continuamos por un camino hasta la carretera que se dirige a la estación de esquí de Valdelinares regresando al pueblo. Seguimos el curso de la carretera que cruza la población y que, en este caso se dirige a Villaroya de los pinares hasta la plaza que hay antes de llegar a la plaza de la iglesia. Una vez en esta segunda plaza, vimos una fuente con una moderna escultura que representa un pájaro. 
La iglesia de la Purificación es un impresionante edificio y como la ermita es de finales del siglo XVII. Pegado a la misma está la sede del ayuntamiento, un palacio del siglo anterior donde todavía se observa el escudo pintado de un obispo. El edificio está porticado y en la parte inferior albergó la cárcel. 
Seguimos por las empinadas callejuelas en busca del castillo construido por la orden religioso-militar de San Juan del Hospital de Jerusalén, que tenía su sede principal en el castillo de Amposta. 

A la bajada, nos encontramos con un edificio en forma de L. Se trata del palacio de los Duques de Medinaceli. 
A partir de allí ya nos dirigimos hacia el coche recorriendo las calles y plazas llenas de construcciones de piedra vista y también encaladas típicas de la zona. 
Nuestra última estación fue la tienda de Daudén donde compramos un poco de jamón, cecina y queso.   
Seguramente a algunos de los lectores les sonará el nombre de Daudén. Concretamente el de un tal Daudén Ibáñez, que fue árbitro de fútbol de Primera División y ahora comentarista en un programa radiofónico. Es oriundo de esta población.   
Como anécdota explicaré que desde estas tierras, antaño, cuando llegaba el invierno, los pastores realizaban la trashumancia hacia otras menos frías pasando por caminos y cañadas. Frecuentemente, el destino eran las comarcas del S de la provincia de Tarragona. Hace unos años, asesorados por el Museo del Montsià (hoy de les Terres de l’Ebre), algunos pastores como Lionel Martorell en compañía de gente amante de las tradiciones como Joaquim Virgili, recuperaron aquel espíritu aventurero, aunque originalmente tenía más de necesidad que aventura.  









dimarts, 12 d’abril del 2016

TRES TREPIDANTES DÍAS POR LAS COMARCAS DEL MASTRAZGO DE TERUEL Y ‘ELS PORTS’ (CASTELLÓN). DÍA PRIMERO

CANTAVIEJA

Establecimos nuestro campamento base en un apartamento rural de Morella. Allí pasamos  las tres noches para poder aprovechar mejor el día y visitar unos lugares que, para nosotros, eran totalmente desconocidos o muy poco conocidos.
Nuestro primer destino del sábado era Cantavieja. Nos habían hablado muy bien del restaurante Balfegón que, además es un hotel de 4 estrellas. Dimos con él nada más entrar en el pueblo. Aparcamos el coche justo delante y nos dispusimos a recorrer su irregular trazado callejero de la parte más antigua que, sin duda, nos llevaría a los lugares más interesantes.

Enseguida nos encontramos con un edificio de nueva construcción que alberga la sede de la Comarca del Maestrazgo turolense con su fachada de piedra, justo en una pequeña rotonda donde un termómetro digital suele marcar las bajas temperaturas que se dan durante los meses más fríos del año. De esta rotonda sale la carretera que va a Fortanete, la joya oculta del Maestrazgo… Pero ya llegaremos a este pueblo.  
Poco después una gran plaza, sin duda el centro neurálgico de la población. I en el centro de la misma una fuente con la vieja, símbolo del pueblo. Desde allí, una calle estrecha y en obras nos llevaría a una plaza porticada, también en obras, la del Cristo Rey, donde está la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, de estilo barroco, la sede del ayuntamiento, un elegante edificio del siglo XVI y la casa Bayle de la misma época. Mientras en la fachada del primer edificio se puede ver el escudo del pueblo, en el segundo hay tres escudos heráldicos.
Seguimos recorriendo las calles sin sentido alguno, sólo guiados por la intuición pasando por la plaza Cabrera, indigna muestra de reconocimiento para una figura tan relevante como fue el general carlista que en 1836 estableció allí su cuartel general. Después encontramos otra placeta con unas grandes vistas hacia el este, donde las montañas del sistema Ibérico se elevan hasta alcanzar cotas superiores a los 1.600 metros.  

Seguimos recorriendo sus calles hasta encontrar otra plaza donde destacaba una gran puerta de madera que nos llamó la atención. La puerta estaba abierta y era la entrada al Calvario, donde durante la Semana Santa sin duda había sido uno de los lugares más frecuentados por los habitantes del pueblo y los forasteros que habían decidido ir a pasar unos merecidos días de descanso.
El siguiente punto que nos mereció una especial atención fue la muralla que cierra un de las calles que da al precipicio, sin duda alguna construidas (o al menos restauradas) durante las guerras carlistas para la defensa de la población. Este lugar se denomina el mirador del Portillo y mira hacia el Este. Desde este punto la calle tomaba un sentido descendente. Una vez abajo se tenía una vista increíble de la población, situada sobre una escarpada pared de roca.
Subimos la empinada calle y pasando justo por la parte trasera de la iglesia y decidimos volver a nuestro punto de partida. Sólo nos detuvimos en un antiguo abrevadero que hay en la plaza principal. Había llegado la hora de comer.


Por cierto, Cantavieja forma parte de la red de los Pueblos Más bonitos de España desde el 2014.